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domingo, 30 de noviembre de 2008

Pero... ¿y dónde están las chicas?


Hace poco la prensa mundial se hacía eco de la aparición de un grupo de rock formado enteramente por mujeres en Arabia Saudí, reino de la asfixiante y ultratradicionalista monarquía alauí, practicante del wahabismo, una de las variantes del islam más restrictiva y por ende más machista, enemiga declarada de la paridad femenina y de cualquier intento de plena integración de las mujeres en la vida social y cultural. El grupo responde por AccoLade, y si ardes en curiosidad quedarás defraudado, pues su página en Myspace ofrece música, pero oculta sus rostros en prevención de reprimendas, o de algo peor. La noticia ha provocado comentarios despectivos, desdén, mucha condescendencia y alguna reacción airada, pero me temo que son legión los que señalan la paja en el ojo ajeno (¿qué esperaban acaso de una dictadura religiosa?) y obvian la viga en el propio. Y si digo esto es porque un rápido vistazo a las listas de éxitos occidentales del siglo XXI o a la historia de la música popular del XX puede convencer a cualquiera de que la presencia de las mujeres y sus instrumentos en el referente o imaginario colectivo es cuando menos desigual.

Dime lo que tocas y te diré quién eres

Hay mujeres en la música, claro está, y mucho se ha andado desde los tiempos en que una mujer sólo podía formar parte del auditorio, escuchando en pleno arrobo romántico una pieza de Franz Liszt (el primer promotor del fenómeno fans) o asistiendo en pleno ataque de histeria a un concierto de los Beatles (incontinencia urinaria incluida), pero la práctica ausencia de grupos formados enteramente por mujeres me sugiere que todavía subsiste un reparto de papeles bien inscrito en el cerebro reptiliano del músico y el aficionado de ambos sexos. ¿Una mujer toca un instrumento? Puedes apostar a que será el piano, la flauta o el violín, como mucho el clarinete o el oboe, mejor aún el arpa, y si forma parte de un grupo nueve de cada diez veces será la cantante, pues parece que es precisamente eso, la voz femenina, lo más valorado a la hora de sugerir sentimientos o proporcionar descanso y asueto al guerrero que todos los melómanos llevamos dentro. Así pues, las mujeres han pasado de la mera pasividad a promocionarse como cantantes, de ahí a unirse en formaciones vocales con banda masculina detrás, más tarde a engrosar las filas de los "grupos con chica", y por último a hacerse un hueco como artistas multitasking (Diana Krall es un claro ejemplo de todo esto). Pero, ¿dónde están las compositoras?, ¿cuántas instrumentistas de excepción puedes mencionar?, ¿cuál es tu bajista, guitarrista o batería preferida? Desde aquí puedo oír tu esclarecedor silencio.

It's my party, and I do want I want to

Por desgracia, todo lo dicho anteriormente vale aún para la música clásica (sí, ¿dónde están las directoras de orquesta?), otras músicas populares que presumen de transgresosras como el jazz, o el rock, las más tradicionales como el blues, o el pop de hit parade en todas sus variantes, y en pleno siglo XXI la música electrónica y el mundillo de los DJ's endiosados parece seguir las mismas pautas. En un mundo perfecto el sexo de cada contribuyente a la creación musical no tendría mayor importancia, y lo deseable sería encontrarse siempre con una mezcolanza de músicos sin mayores distinciones que su habilidad, su inspiración o su capacidad para transmitir emociones. Ya superados en su mayor parte los prejuicios raciales, ahora que un rockero sexagenario no recibe el mismo trato que un jubilado jugador de petanca, queda aún por conquistar la última frontera. Y por todo ello, desde aquí exalto a las defensoras del do it yourself más activo, a aquellas que dejaron de babear en el instituto ante sus compañeros de guitarra en ristre y se pusieron manos a la obra, y a todas aquellas que pensaron que ella y sus amigas también podían hacerlo.

Ahí va, pues, mi listado de preferencias de los grupos formados por ellas.



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