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miércoles, 7 de noviembre de 2007

Alta Fidelidad, la piratería y la grabación de cassettes como una de las bellas artes

Inspirado por el libro de tu izquierda, recuerdo los tiempos no tan lejanos en que la única manera de compartir tus discos favoritos con amistades y ligues a los que querías impresionar con tu sapiencia y buen gusto era la grabación de esas bobinas magnéticas encarcasadas llamadas cassettes. Esta es posiblemente la única víctima real de la actual preeminencia digital, y si lo dudas busca cerca de tu casa una papelería, supermercado o ferretería (sí, las ferreterías solían tenerlos, pues se consideraban herramientas) que aún sirvan cassettes vírgenes. Su manejo era engorroso, su calidad dudosa y su durabilidad escasa, pero grabar vinilo en cassette era lo más parecido a la creación musical que un no-músico podía permitirse. La diferencia estriba en la dedicación, pues no es lo mismo apretar unas teclas, mover unos archivos y "tostar" un CD que verte obligado a unas operaciones mecánicas que requerían de gran destreza en riguroso tiempo real. Una grabación en cassette te obliga a escuchar todo lo que grabas, a temer el error, a cumplir desesperantes rebobinados en busca del inicio o fin de una canción para realizar correcciones. Por otra parte, esa actividad tan dedicada facilitaba la confección de recopilatorios con auténtico espíritu de transmisión de emociones, con absoluto cuidado en el orden de grabación, intentando que el oyente (al que no le quedaba más remedio que escuchar la cinta de cabo a rabo sin posibilidad de zapeo) se dejara guiarr por tu batuta. Un recopilatorio para un amigo era un auténtico abrazo de estima fraternal; una cinta para una novia un verdadero acto de amor.


Todo esto se supone que casa muy poco con las actuales preocupaciones por la piratería. Parece evidente que un CD tiende a clonarse hasta el infinito para su reparto entre amistades o el comercio ilegal, pero ya en aquellos tiempos magnéticos se temía por la copia incontrolada y el perjuicio que ello podría causar al autor y al fabricante, como se demuestra en la imagen de tu derecha. Numerosas campañas se ocupaban entonces, con la coartada de la defensa de David contra Goliath, de que el usuario de cassettes vírgenes se sintiera próximo al delito, pero nunca llegaron al nivel de las actuales, seguramente porque un vinilo era un vinilo, y su copia magnética un simple remedo. Sin embargo, lo que entonces obviaban es que el recopilador casero solía considerarse un artista, un creador, y que el cassette no era más que el lápiz y el papel sobre el que se garabateaban emociones y sentimientos para su reparto entre almas receptivas.

1 comentario:

Intercambio de revistas dijo...

¿ha durado poco este blog? ¿puedes hacer una última entrada explicando a que se debe el cese (por ejemplo, el paso a facebook)? es un tema bonito y se puede hablar de equipos hi-fi, otras entradas de otros blogs con los mismos temas ( sois muy favorables a inscribir enlaces pero no a valorar trabajos de compañeros). leí hace poco lo mucho que habían ganado algunos (y lo mucho que perdimos los vinilistas) con el paso al CD. yo busco en las tiendas de segunda mano ovalados radiocasetes (y no los nuevos cuadrados con disquetera) -aunque alguno nuevo con doble pletina queda en bazares de barcelona- ¿cómo pudieron hacer campaña contra la cinta virgen si su venta era legal? Alex, alicante.

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